El complejo de Edipo, complejo nuclear como dec�a Freud, m�s all� del contenido sexual impl�cito (en el neur�tico, expl�cito en el propio Edipo), con la consiguiente censura castrante, no puede descontextualizarse de la historia familiar, ya que no es un hecho aislado ni aislable, sino por el contrario, forma parte de una red de comunicaciones afectivas que desde el nacimiento del ni�o, y a�n antes, estar� transformando las relaciones y condicionando a los integrantes de esa tr�ada familiar. Adem�s, esa tr�ada no se halla aislada, forma parte de una sociedad, de sus normas, de sus presiones, de sus propuestas. Para ello, basta remitirse al texto de S�focles, para ver lo que ocurre en nuestras vidas.Edipo, ya antes de nacer, transforma las vidas de Layo y Yocasta, ya antes de nacer est� condicionado. Los temores por el desplazamiento de los afectos en la pareja, es una tem�tica cotidiana, como as� tambi�n el temor a la orfandad que ataca a Edipo; el n�mero tres, tan caro al psicoan�lisis, indicador de la tr�ada y s�mbolo de los genitales masculinos; la entrega de Yocasta por parte del padre de �sta, a su nieto Edipo; el peso del pueblo (sociedad) y la religi�n (el peso de la ley divina); los valores morales imperantes; las normas y por sobre todo, lo fantasmag�rico, con un peso mayor que lo real, me afirman en la postura del valor universal del v�nculo ed�pico. Pero adem�s, de la importancia de las interrelaciones de los tres personajes de la tr�ada y el contexto familiar. Lo que cambia a trav�s de lo ed�pico es la forma de relacionarse inter e intraps�quicamente, dentro de la tr�ada familiar. En un principio, el v�nculo tiene dos direcciones. Por un lado, entre madre e hijo o hija, y por otro, entre la pareja de esposos-padres, entre s�. Eso no equivale a decir que no haya relaci�n entre padre e hijo, sino que el ni�o, en una etapa muy temprana no puede dimensionar la figura paterna, absorbido por la relaci�n de necesidad y dependencia y flujo libidinal para con su madre. En ese per�odo, la madre es percibida como alimento, pero tambi�n negador del mismo, y por tanto tambi�n de placer y displacer, que incluso el ni�o receptor interpreta como formando parte de su propio cuerpo. A medida que avanza la discriminaci�n y la aceptaci�n -traum�tica- de que ese pecho no le pertenece, a medida que avanza en la aceptaci�n del No Yo, comienza una nueva forma de relacionarse con la madre, pudiendo ser captada ahora como objeto total y externo a �l, y compartida por otro personaje, el padre.En todo lo se�alado, la castraci�n est� presente. A ello deben unirse todos los otros integrantes del n�cleo familiar, en especial los hermanos (si los hay) y los padres y hermanos de los padres, que habitualmente tienen un peso muy grande en relaci�n a la socializaci�n del reci�n llegado. Pero, toda esa primera etapa donde hay una figura dominante que es la madre, est� construida en base a un v�nculo de dos. Por tanto, nos preguntamos: �Qu� es lo que cambia a trav�s de lo ed�pico? Cambia la direcci�n de los afectos. La relaci�n eminentemente di�dica, se transformar� en tri�dica. Se establecer� el tri�ngulo con el tercer personaje que se convertir� en el limitante para el v�nculo erotizado entre madre e hijo. Luego de transitar por este Edipo temprano, la vinculaci�n con los excrementos, el incorporarse y caminar sostenido por las dos piernas, el descubrimiento de la diferenciaci�n anat�mica de los sexos, encaminar� la relaci�n tri�dica por distintos caminos, seg�n sea el hijo, ni�a o var�n. En la ni�a, en la etapa de reconocimiento genital, el descubrimiento de la falta de pene y por lo tanto, la sensaci�n de creerse fallada, la conduce a un mal relacionado con su madre en cuanto supone, no la hizo completa. En ese convencimiento, la figura del padre, o quien haga de tal, es idealizada por ser �l s� el poseedor de ese pene envidiado. La comprobaci�n de que su deseo de poseerlo y luego de tener un hijo de �l, se torna imposible de concretar en la realidad, le har�a salir de la etapa ed�pica.Aqu� cabe puntualizar que as� como en la ni�a, en la etapa de reconocimiento de los genitales, se da el descubrimiento de la diferencia anat�mica con los varones lo que lleva a la construcci�n de una serie de envidia al embarazo de la mujer. Un nuevo ejemplo de ello puede encontrarse en el castigo que sufre el lobo del cuento "Caperucita Roja", el que luego de ser vaciado (son liberadas de su interior Caperucita y su abuela) es rellenado con piedras por ese "padre social" que es el cazador, como pena por querer emular a la mujer en relaci�n a los embarazos (En todo esto se debe tener en cuenta que el ni�o asocia el embarazo y posterior parto con el aparato digestivo). En relaci�n a la etapa ed�pica, en el var�n se da otro proceso. El objeto deseado, su madre, estar� vedado por la figura paterna internalizada como el temido y potencial castrador. El temor a la p�rdida de su pene, entonces, llevar�a al ni�o a abandonar en lo previo, tortuosos caminos neur�ticos dif�ciles de abandonar. Freud en 1937 indicaba que: "Todo lo esencial est� conservado; incluso las cosas que parecen completamente olvidadas est�n presentes de alguna manera y en alguna parte y han quedado meramente enterradas y hechas inaccesibles al sujeto. Realmente, como sabemos, puede dudarse de si cualquier estructura ps�quica puede ser v�ctima de una total destrucci�n. Solo depende de la t�cnica psicoanal�tica el que tengamos �xito de llevar completamente a la luz lo que se halla oculto".(29)�Y qu� es lo que permanece oculto y celosamente custodiado en el Inconciente, como un tesoro custodiado, evitando la destrucci�n? El deseo del cumplimiento del v�nculo tanto sexual como de posesi�n de ese padre internalizado, y la violencia contenida por el rechazo y la interdicci�n del otro. El tr�nsito por la etapa ed�pica genera dos circunstancias importantes. Por un lado, la instalaci�n de lo superyoico como heredero del Edipo, as� como tambi�n, en la medida que perdure en el Inconciente la trama no resuelta, el te�ido en mayor o menor medida, con mayor o menor control de nuestra parte, de nuestra personalidad. Coincidimos con Horstein cuando se�ala: "El complejo de Edipo no debe reducirse a una situaci�n real, sino que su eficacia proviene de la intervenci�n de una instancia interdictora que proh�be el incesto y cierra la puerte a la satisfacci�n buscada. De tal manera se unen inseparablemente el deseo y la Ley".(30)Es decir, se instala la neurosis. El proceso terap�utico, justamente, tiende a conectar al paciente con sus or�genes (buscando hacer concientes las causas que permanecen en el Inconciente para curar y no castigar) para que, una vez abiertas las puertas a la informaci�n relativa a los deseos libidinales hacia uno de los padres pueda el paciente asumir la realidad, para as� poder superarla. El proceso terap�utico permite que la conducta neur�tica vaya perdiendo su prevalencia en la personalidad del paciente. El poder conectarse con lo angustiosamente olvidado permite llegar, a partir del s�ntoma, al origen del mismo.El tr�nsito de asumir nosotros los deseos de posesi�n y destrucci�n dirigidos a la pareja parental, nos permite entrar en contacto con la angustia por algo que se intuye pas�, pero no se sabe muy bien qu� es. El camino no es sencillo, porque m�s all� de una aceptaci�n intelectual, lo que importa es el conectarse afectivamente con el deseo, aceptando el rol jugado por nosotros en los primeros a�os de vida, en relaci�n a nuestros padres, o quienes hicieron de tales. La dicha del presente no puede durar, en la medida que est� asentada en una circunstancia no resuelta. --------------------------------------------------------------------------------
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